El cólico reno ureteral es una patología muy frecuente debida a la obstrucción al flujo de orina por litiasis.El tratamiento en la actualidad se basa en la fragmentación de la litiasis con técnicas minimamente invasivas y rápida resolución.
La cirugía intrarrenal retrógrada es una técnica endourológica de mínima invasión, habitualmente conocida por su acrónimo en inglés, RIRS (Retrograde IntraRenal Surgery).
Una vez localizados los cálculos, se procede a su fragmentación y/o pulverización mediante el láser de Holmium. La mayoría de los fragmentos se eliminarán de forma espontánea en las siguientes horas tras la intervención, necesitando los de mayor tamaño su extracción mediante cestos o pinzas. La RIRS se puede realizar bajo anestesia raquídea o general.
Tras el procedimiento se deja un catéter ureteral interno (doble J) como drenaje, durante un periodo que oscila entre los 3 días y las 2 semanas, dependiendo de la complejidad del procedimiento y del estado del uréter al final del mismo.
Las principales complicaciones de la RIRS son la aparición de sangrado tras el procedimiento y la infección, además de las molestias derivadas de ser portador de un catéter ureteral interno.
Tras una RIRS, habitualmente los pacientes son dados de alta a las 24-48 horas, y dada su mínima invasión, éstos pueden reincorporarse de forma temprana y sin secuelas a sus actividades.
Esta técnica exige de una alta especialización y dotación tecnológica. Combina la nefrolitotomía percutánea (NLP), en la que se accede al riñón a través de un orificio en el flanco del paciente y la cirugía intrarrenal retrógrada (RIRS), que emplea la uretra como acceso natural al tracto urinario superior. La sinergia de ambos abordajes, y la posibilidad de emplear instrumental rígido y flexible por ambas vías, permite acceder de forma integral a todo el tracto urinario, y la eliminación completa de los cálculos, incluso en las anatomías y distribuciones litiásicas más complejas.
La ECIRS se realiza bajo anestesia general. Tras la cirugía se suele dejar un catéter percutáneo como drenaje a través del orificio realizado, que drenará habitualmente orina cargada con sangre y algún resto litiásico. Este drenaje se retira siempre previo al alta del paciente, salvo que se prevea un nuevo tratamiento en el mismo riñón. La colocación de un catéter ureteral interno (doble J) como drenaje, sin catéter percutáneo es otra opción posible.
Las principales complicaciones de la ECIRS son el sangrado, que habitualmente no reviste gravedad, y la infección, que requiere de un estudio y tratamiento preoperatorio individualizado.
En general y en ausencia de complicaciones, los pacientes son dados de alta entre las 24 y 72 horas de la intervención. La reincorporación a sus actividades es bastante rápida, entorno a las 2-4 semanas, sin secuelas.
La nefrolitotomía percutánea es una técnica de cirugía mínimamente invasiva que permite el tratamiento de las litiasis renales más complejas y de mayor tamaño, habitualmente superior a 2 cm de diámetro máximo.
La técnica se suele realizar bajo anestesia general. Mediante ecografía y rayos X se realiza una punción en el flanco del paciente para acceder de forma precisa a través de uno de los cálices renales. Ese orificio es posteriormente dilatado, hasta un calibre que puede oscilar entre los 5 y 8 mm, para permitir el ingreso dentro de la vía urinaria de un endoscopio rígido. Las litiasis, una vez localizadas, son fragmentadas mediante láser de Holmium y extraídas a través del orificio creado mediante cestos o pinzas. Las cavidades renales son siempre revisadas mediante un endoscopio flexible introducido a través del orificio percutáneo para completar el tratamiento si es necesario y así asegurar la total ausencia de cálculos tras el mismo.
Tras la cirugía se suele dejar un catéter percutáneo como drenaje a través del orificio realizado, que drenará habitualmente orina cargada con sangre y algún resto litiásico. Este drenaje se retira siempre previo al alta del paciente, salvo que se prevea un nuevo tratamiento mediante nefrolitotomía percutánea en el mismo riñón. La colocación de un catéter ureteral interno (doble J) como drenaje, sin catéter percutáneo es otra opción posible.
Las principales complicaciones de la nefrolitotomía percutánea son el sangrado, que habitualmente no reviste gravedad, y la infección, que requiere de un estudio y tratamiento preoperatorio individualizado.
En general y en ausencia de complicaciones, los pacientes son dados de alta entre las 24 y 72 horas de la intervención. La reincorporación a sus actividades es bastante rápida, entorno a las 2-4 semanas, sin secuelas.
Una vez localizada la litiasis, mediante láser se produce la fragmentación y/o pulverización de la misma. Los pequeños restos creados son extraídos mediante cestos o pinzas para dejar finalmente el uréter permeable y libre de litiasis. Tras el procedimiento, en función del grado de inflamación y daño producido por el cálculo en la pared ureteral, es posible que sea necesario colocar un drenaje ureteral temporal (de 24h a 2 semanas).
La ureteroscopia tiene una baja incidencia de complicaciones. Tras el procedimiento es habitual la aparición de sangrado en la orina (hematuria), el cual se resuelve de forma espontánea habitualmente. La aparición de fiebre en el postoperatorio es otra posible complicación, que no suele revestir gravedad habitualmente, y que se previene con un adecuado estudio y tratamiento antibiótico preoperatorio.
En general los pacientes son dados de alta a las 24-48 horas, pudiendo reincorporarse de forma rápida y sin secuelas a sus actividades.